¿Cuál es la historia del perro y el lobo?

Dario Frías
2025-05-25 04:12:05
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Había una vez un Lobo, y estaba tan flaco, que no tenía más que piel y huesos. Y es que, los perros andaban tan vigilantes del ganado que no había opción a llevarse comer un tierno corderito.
Un buen día, encontró a un mastín, rollizo y lustroso, que se había extraviado.
La primera idea que se le cruzó fue la de apresarlo y comerlo, eso es cosa que hubiese hecho de buen grado el señor lobo.
Pero había que emprender batalla contra el enorme perro, y el enemigo tenía trazas de defenderse bien, además, se sentía cansado y falta de energía debido al hambre.
El lobo se le acerca con la mayor cortesía, e inicia una conversación con él, felicitándole por sus buenas carnes.
- No estáis tan lucido como yo, porque no queréis, contesta el perro.
Deja el bosque; los vuestros, que en él se guarecen, son unos desdichados, muertos siempre de hambre.
¡Ni un bocado prueban al día, seguro.
¡Todo a la ventura.
¡Siempre a la espera de lo que caiga.
Sígueme, y tendrás mejor vida.
- ¿Y qué tendré que hacer?, preguntó el lobo.
- Casi nada, respondió el perro, asustar a los ladrones y a los que llevan bastón o garrote; acariciar a los de casa, y complacer al amo.
Con tan poco como es esto, tendrás comida diaria seguro.
Yo me nutro con las sobras de todas las comidas, huesos de pollos y pichones; y además, si me porto bien, obtengo algunas caricias, por añadidura.
El Lobo, que escucha todas estas lindezas sobre la vida del perro en la granja, se imagina un porvenir de gloria, comida todos los días, cuidados y, de pensarlo, lloró de alegría.
Comenzó a caminar hacia la granja con el perro pero advirtió que su nuevo compañero tenía en el cuello una peladura.
- ¿Qué es eso? preguntó.
- Nada, dijo el perro sin mirarle a los ojos.
- ¡Cómo nada!, insistió el lobo.
- Poca cosa, se negaba a confesar el perro.
- Algo será, no dándose por vencido el lobo.
- Será la señal del collar a que estoy atado, confesó por fin el mastín.
- ¡Atado! exclamó el Lobo, pero.. ¿qué?, ¿no vas y vienes a donde queréis y cuando quieres?.
- No siempre, pero eso, ¿qué importa?, dijo el perro restándole importancia.
- Importa tanto, que renuncio a vuestra comida, techo y caricias, ya que de ir contigo renunciaría al mayor tesoro, dijo, y echó a correr.
Aún está corriendo.

Ana Alcaráz
2025-05-17 13:27:31
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Un lobo que se encontraba hambriento, se encontró a un mastín gordo y sano que andaba recorriendo el bosque. Atacarlo y comerlo hubiera sido lo correcto para el lobo, pero la realidad es que hubiera sido también, una pelea feroz, con un enemigo bien dotado. El lobo se le acerca para dialogar y alagar lo bien que se lo veía, a lo que el mastín respondió: -No estas tan bien como yo, porque no quieres, deja el bosque y a tus amigos. Sígueme y tendrás una vida excelente. Y el lobo preguntó: - ¿Y qué tendré que hacer? - Casi nada, dijo el Perro: atacar a quien ponga en peligro al amo; querer a los dueños de casa, y siempre complacerlos. Mientras caminaban hacia la casa del amo del mastín, el lobo se dio cuenta que el perro tenía el cuello pelado. - ¿Qué es eso? - preguntó. - Nada. - ¡Cómo nada!. - Una tontería. - Pero algo es, esa peladura en el cuello. - Será la señal del collar con el que aveces estoy atado. - ¡Atado! - exclamó el lobo - ¿Tú no vas a donde quieres? - No siempre, pero eso, ¿qué importa? - Importa tanto, que no quiero ni el mas grande de los tesoros por renunciar a mi libertad - Terminó de decir el lobo, y se alejó corriendo, sin mirar atrás.

Mara Trujillo
2025-05-09 07:16:52
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Vagabundeaba un lobo enjuto y hambriento por el bosque. Hacía días que no probaba bocado y estaba en los huesos. Y de pronto vio a un perro paseando cerca de él. El perro tenía un aspecto formidable: robusto y lleno de vitalidad. Y el perro, que se encontró con la mirada lastimera del lobo, le dijo: – ¿Por qué no vienes conmigo junto a mi amo? Te dará comida y podrás recuperarte. Solo tienes que obedecerle y mostrarle cariño. No es muy difícil. El lobo, que estaba realmente desesperado, pensó que era una buena idea. Al fin y al cabo, necesitaba comer, así que aceptó y comenzó a seguir al perro. Pero, a mitad de camino, se fijó en que el perro tenía heridas alrededor del cuello. – Y dime, perro, ¿de qué son esas heridas que tienes en el cuello?- preguntó lleno de curiosidad el lobo. – Ah, no es nada- contestó el perro- Son las marcas de la argolla con la que mi amo me ata. – Ah… ¿Que te atan?-preguntó asustado entonces el lobo. – Sí, todos los días, pero lo hace por mi bien… para que no me vaya y me haga daño. – Oh, no, perro, entonces creo que prefiero quedarme en el bosque muerto de hambre. Y diciendo esto, el lobo dio media vuelta y se adentró de nuevo entre los árboles. La propuesta del perro era tentadora, pero irse con él suponía renunciar a la libertad de poder ir donde quería en el momento que él quería. La falta de libertad es el peor castigo para el hombre: Sí lo es, porque la libertad es el bien más preciado que todo hombre tiene. Y en este caso no se trata solo de la libertad física. No se trata de estar encerrado en algún lugar. La moraleja se aplica también a la libertad de pensamiento. Ser libre significa poder tomar decisiones. El lobo mostró el poder máximo de su libertad al decidir dar la vuelta y abandonar al perro. Fue toda una declaración de intenciones: ‘Me voy porque soy libre. ¿acaso podrías tú hacer lo mismo bajo el lazo con el que te ata tu amo?’.
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