¿Cuál fue la primera tribu en México?

Zoe Rincón
2025-05-29 18:26:44
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Los españoles, asentados en las islas del Caribe, habían establecido escasos contactos con el imperio más poderoso del continente, el azteca.
En su camino hacia la capital del Imperio azteca, los españoles lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca.
Tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los tlaxcaltecas, Cortés logró incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta etnia.
En cierto modo, la conquista de México por Cortés fue una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca.
La ciudad sagrada de Cholula, que se alió con Moctezuma para tender una emboscada a los españoles y sus aliados indígenas, fue saqueada durante dos días por orden de Cortés.
Con la ayuda de los totonacas y los tlaxcaltecas, a los que se unieron centenares de cholultecas, todos juntos «como hermanos contra aquel tirano fiero y carnicero de Moctezuma», como escribirá Diego Muñoz Camargo, el ejército de Cortés parecía invencible.
Ante la marcha imparable de los conquistadores y espantado por la carnicería de Cholula, Moctezuma, el tlatoani azteca, optó por ganar tiempo y les franqueó la entrada a Tenochtitlán en noviembre de 1519.
Sin embargo, los aztecas también contaron con socios, con los que Cortés se mostró especialmente beligerante.
En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas.
Frente a los feroces guerreros jaguar y águila, los de Cortés pudieron recomponerse y hacer un uso efectivo de la caballería contra los aztecas.
A finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital mexicana.
En la lucha se impuso la superioridad técnica europea, pero sobre todo el desgaste provocado entre los sitiados por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo -la viruela fue un auténtico caballo de Troya- y las penurias de todo tipo.
La caída de Tenochtitlán arrojó un saldo terriblemente desigual en pérdidas humanas: murieron cien españoles por cien mil aztecas.
Los españoles, asentados en las islas del Caribe, habían establecido escasos contactos con el imperio más poderoso del continente, el azteca.
En su camino hacia la capital del Imperio azteca, los españoles lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca.
Tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los tlaxcaltecas, Cortés logró incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta etnia.
En cierto modo, la conquista de México por Cortés fue una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca.
La ciudad sagrada de Cholula, que se alió con Moctezuma para tender una emboscada a los españoles y sus aliados indígenas, fue saqueada durante dos días por orden de Cortés.
Con la ayuda de los totonacas y los tlaxcaltecas, a los que se unieron centenares de cholultecas, todos juntos «como hermanos contra aquel tirano fiero y carnicero de Moctezuma», como escribirá Diego Muñoz Camargo, el ejército de Cortés parecía invencible.
Ante la marcha imparable de los conquistadores y espantado por la carnicería de Cholula, Moctezuma, el tlatoani azteca, optó por ganar tiempo y les franqueó la entrada a Tenochtitlán en noviembre de 1519.
Sin embargo, los aztecas también contaron con socios, con los que Cortés se mostró especialmente beligerante.
En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas.
Frente a los feroces guerreros jaguar y águila, los de Cortés pudieron recomponerse y hacer un uso efectivo de la caballería contra los aztecas.
A finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital mexicana.
En la lucha se impuso la superioridad técnica europea, pero sobre todo el desgaste provocado entre los sitiados por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo -la viruela fue un auténtico caballo de Troya- y las penurias de todo tipo.
La caída de Tenochtitlán arrojó un saldo terriblemente desigual en pérdidas humanas: murieron cien españoles por cien mil aztecas.
Los españoles, asentados en las islas del Caribe, habían establecido escasos contactos con el imperio más poderoso del continente, el azteca.
En su camino hacia la capital del Imperio azteca, los españoles lograron el apoyo de los nativos totonacas de la ciudad de Cempoala, que de este modo se liberaban de la opresión azteca.
Tras imponerse militarmente a otro pueblo nativo, los tlaxcaltecas, Cortés logró incorporar a sus tropas a miles de guerreros de esta etnia.
En cierto modo, la conquista de México por Cortés fue una guerra de liberación de los pueblos mexicanos frente al dominio azteca.
La ciudad sagrada de Cholula, que se alió con Moctezuma para tender una emboscada a los españoles y sus aliados indígenas, fue saqueada durante dos días por orden de Cortés.
Con la ayuda de los totonacas y los tlaxcaltecas, a los que se unieron centenares de cholultecas, todos juntos «como hermanos contra aquel tirano fiero y carnicero de Moctezuma», como escribirá Diego Muñoz Camargo, el ejército de Cortés parecía invencible.
Ante la marcha imparable de los conquistadores y espantado por la carnicería de Cholula, Moctezuma, el tlatoani azteca, optó por ganar tiempo y les franqueó la entrada a Tenochtitlán en noviembre de 1519.
Sin embargo, los aztecas también contaron con socios, con los que Cortés se mostró especialmente beligerante.
En la llamada Noche Triste, el 30 de junio de 1520, Cortés y sus hombres se vieron obligados a huir de la ciudad, acosados por los aztecas, que les provocaron centenares de bajas.
Frente a los feroces guerreros jaguar y águila, los de Cortés pudieron recomponerse y hacer un uso efectivo de la caballería contra los aztecas.
A finales de abril de 1521 comenzó el asedio final a la capital mexicana.
En la lucha se impuso la superioridad técnica europea, pero sobre todo el desgaste provocado entre los sitiados por las enfermedades llegadas del Viejo Mundo -la viruela fue un auténtico caballo de Troya- y las penurias de todo tipo.
La caída de Tenochtitlán arrojó un saldo terriblemente desigual en pérdidas humanas: murieron cien españoles por cien mil aztecas.
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Cristina Madrigal
2025-05-18 01:14:44
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El surgimiento Tenochtitlan comenzó con el proceso de la migración de los aztecas chichimecas, quienes recibían ese nombre por habitar la tierra de Aztlán, en donde adoraban a Huitzilopochtli, deidad que los guiaría hacia un nuevo lugar.
Los aztecas no eran la única tribu chichimeca que emprendería este proceso de migración pues como refiere Hernando de Alvarado Tezozómoc, existían siete barrios, cada uno identificado por una deidad.
Cada uno traía el nombre de su Dios, como era Quetzalcoatl, Xomoco, Matla, Xochiquetzal, Chichiltic, Zentutl, Piltzinteuctli, Meteutl, Tezcatlipuca, Mictlatleuctli, y Tlamacazqui, y otros Dioses.
De manera que son estos los principales valerosos mexicanos y los fundadores de México-Tenochtitlan, y los primeros capitanes y conquistadores que ganaron, y ensancharon esta gran república y corte Mexicana, y las tierras y pueblos que pusieron en sujeción, y cabeza Mexicana-Tenochtitlan.
Esto mismo, llevó a que los mexicas pudieran someter a los otros barrios que habían salido de las siete cuevas, logrando que su deidad de Huitzilopochtli se impusiera ante los otros dioses.
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