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CLUB NACIONAL DEL DOGO ESPAÑOL

EL DOGO ESPAÑOL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL DOGO DE BURDEOS


 

EL DOGO ESPAÑOL EN LA CONSTRUCCIÓN DEL DOGO DE BURDEOS

Eduardo De Benito 9/02/2022

 

Hace tiempo tuve intención de escribir un libro sobre las relaciones étnicas e históricas de los perros de presa del área mediterránea. Nunca llevé a cabo el proyecto, pero algunos apuntes tomados entonces son útiles para el tema que voy a tratar: el interés de la cinofilia gala por los perros de presa españoles.

La prosperidad que vivó Europa en la década de 1920, resultado del periodo expansivo de la economía, supuso un crecimiento fuertísimo de la cinofilia. Las revistas caninas, a menudo procedentes de las publicaciones de caza, se incrementan. Se intensifica la cría de perros selectos y la multiplicación de exposiciones caninas. Son años en que se consolidan muchas de las razas cuya recuperación y estandarización se había iniciado a principios de ese siglo y se importan otras exóticas. La situación se mantendría hasta finales de 1929, truncado por el Jueves Negro. La Gran Depresión se prolongó desde 1929 hasta el estallido de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945). Dos décadas trágicas y una larga posguerra postraron la cinofilia europea. A partir de 1950 se inicia la recuperación, que beneficia a los perros de presa de gran talla. En Italia Piero Scanziani con el Mastín Napolitano, en Inglaterra Douglas Oliff con el Mastiff y en Francia Maurice Luquet con el Dogo de Burdeos. La cinofilia española, una vez más, quedó al margen de este movimiento regeneracionista. Junto a estos molosos pesados quedaron sin recuperar los dogos ligeros. En las últimas décadas también algunas de estas razas han sido reconstruidas por la cinofilia, son el Fila da Terceira, el Presa Canario, el Cane Corso… Quedaba pendiente el Dogo Español.

FRANCIA SE INTERESA POR EL DOGO ESPAÑOL

Cuando a un aficionado le hablas de una raza canina piensa inmediatamente en el concepto “raza pura”, el sentido común le lleva a pensar en un grupo de animales homogéneos por su adaptación al medio natural, lo que solo es una verdad a medias, pues toda raza encubre un premeditado y meticuloso trabajo de selección. Evidencia esto en el Dogo de Burdeos la redacción de cuatro estándares. Primer estándar: “Caractère des vrais dogues”, por Pierre Megnin en 1896. Segundo estándar: “Etude critique du Dogue de Bordeaux”, por J. Kunstler, en 1910. Tercer estándar (primero aprobado por la F.C.I.) de Raymond Triquet y Murice Luquet en 1971. Cuarto estándar, adaptación al modelo de Jerusalén, por Triquet y Philippe Serouil, año 1993. La recreación de una raza considerada extinta por el alto nivel de mestizaje es uno de los trabajos más apasionantes de la cinofilia.

El Dogo Español fue un modelo importante en la formación del Dogo de Burdeos, aceptado por la cinofilia francesa en sus comienzos y desde la década de 1930 minimizado. No podemos conocer con exactitud cuanta sangre hispana se utilizó en la creación del bordelés, pertenece a ese tipo de información que un criador nunca desvela. “Por la proximidad geográfica, es probable que estos perros pudieran haber compartido lazos de filiación con sus homólogos españoles” dice la “Société Centrale Canine” de Francia sobre la raza.

El viaje realizado a España en busca de dogos españoles por dos personalidades significativas de la cinofilia francesa atestigua ese interés. Paul Henri Megnin, veterinario, editor y director de la revista canina más importante de Francia, “Revue cynégétique et canine y de L'Éleveur” e hijo del Jean-Pierre Megnin (1828-1905) profesor de Zoología de la Facultad de Medicina Veterinaria de Vincennes y autor del primer estándar y M. Deland, que fuera uno de los primeros criadores de la raza a finales del siglo XIX y fundadores de su Club buscaron dogos españoles en las primeras décadas del pasado siglo. Llama la atención que el Dogo Español agonizaba, abandonado por la asociación canina que tenían la responsabilidad de garantizar su supervivencia, en los mismos años que la cinofilia francesa se aprestaba a recuperar su perro de presa nacional.

Es conveniente una aclaración sobre los nombres utilizados por la cinofilia gala: “Boludogue”, “Doguin” y “Midi”. El “bouledogue” es un dogo de tamaño medio sin alcanzar las medidas corporales de los mastines de montaña o el mastiff inglés. Alejemos de nuestra cabeza la imagen del moderno bouledogue, un perro de compañía. La palabra inglesa “bulldog” en el siglo XVIII en francés adoptó la ortografía “bouledogue” (boul doge) por la homografía entre “bull” y “boul”. Los naturalistas empleaban “dogue” para los perros de mayor tamaño y fortaleza (dogue de forte race) y “bouledogue” para la variedad mediana de talla. “Doguin” es simple sinónimo de “bouledogue”. También vamos a encontrar el nombre “Midi”, referido a una de las tipologías del dogo francés, no corresponde exactamente al sur o mediodía, sino a la antigua Occitania, comarca situada al suroeste de Francia en la raya de los Pirineos catalanes.

En el pasado coexistían tres tipos en el Dogo de Burdeos, conocidos por su región de origen. El parisino, a menudo muy mestizado. El bordeles, cuya tipología terminó imponiéndose y el tolesano, de la Occitania, el próximo al Dogo Español. Megnin sostuvo que el Dogo de Burdeos procedía de las comarcas del Pirineo occidental (Occitania), encontrándose en ambas vertientes de la cordillera, conocido por los franceses como “bouledogue espagnol”. Había escrito: “¿Existían dogos franceses que formen una raza homogénea, merecedores de ser llamados Dogos de Burdeos? Creímos en ello en el pasado, pero hoy estoy convencido de lo contrario. Bajo este nombre han figurado, y aún figuran, poderosos bouledogues con una prominente mandíbula inferior, de unos 60 a 65 centímetros al hombro y un uniforme pelaje amarillo o atigrado, que en nada se diferencia de los “bouledogue” de España; o de verdaderos Mastiff con mandíbulas más o menos iguales, con manto café con leche o isabela, con antifaz negro o sin antifaz, y de 70 a 75 centímetros de altura. Entre los dos hay muchas gradaciones que se acercan a una u otra forma”. Con el paso de los años y según el Dogo de Burdeos se construía como una raza moderna, Megnin modificó esta opinión.

LA CRONOLOGÍA

Año 1861.- Bénédict-Henry Revoil (1816-1882) en “Histoire Physiologique et Anecdotique des Chiens de Toutes les Races” menciona las perreras que mantenía el “Jardin d’acclimatation” de Paris. En aquel zoológico se exhibían dogos españoles procedentes de Cataluña.

“También encontré en esta perrera dos perros jóvenes de Laponia, de la especie que sustituye al caballo de posta en las estepas nevadas de Siberia, Groenlandia y Labrador; habían sido enviados al Jardín por Su Alteza el Duque de Rianzares. Añadiré como recuerdo varias variedades de perros chinos, los molosos de Barcelona tan famosos en las corridas de toros de España (...) Desde hace dos años, la perrera del Jardín de Aclimatación está desierta. Los animales que la poblaban han muerto o han sido vendidos.” Y más adelante añade: “Los dogos españoles empleados en las corridas de los toros, para excitar al toro que se ablanda en medio del circo y resiste a picadores y banderilleros se denominan Perros de Presa”

Año 1865-. En el “Bulletin de la Société zoologique d'acclimatation de París”, que fue la gran institución zoológica de Francia, encontramos como Consejero Delegado en el extranjero a Mariano de la Paz Graells, Director del Museo de Ciencias Naturales y del Parque Zoológico de S.M. Isabel II de España y como sociedad colaboradora el “Institutito agrícola catalán de San Isidro”. En la descripción de la amplia variedad de especies animales que alberga el zoológico, se incluyen los perros, de los que menciona: “Poseemos bellas especies de perros, a destacar el Dingo, el Galgo de Rusia, el Dogo Español y el Perro de Laponia”. Lo que me hace suponer que los dogos españoles allí albergados habían sido proporcionados por el parque zoológico de la reina Isabel II. Los reyes españoles mantuvieron hasta Alfonso XIII unas importantes perreras con gran variedad de razas.

Año 1867.- Eugene Gayot en “Le Chien, histoire naturelle, races d'utilité et d'agrément”, escribe: “Hay varias hermosas variedades de dogos, el de Burdeos, de gran talla, es bien conocido. Los dogos de España son más pequeños, se les empleaba para excitar a los toros en los combates, y se les conoce bajo el nombre de perros de presa. Los dogos españoles son claramente el origen de los dogos de América del Sur, y netamente del de Cuba”

Año 1878.- En el libro “Etudes sur L’Exposition de l'année 1878”, un catálogo de los perros expuesto en la Exposición Mundial de París, en el capítulo dedicado a la muestra de animales domésticos, encontramos: “El cuarto premio honorífico en esta categoría fue otorgado al magnífico dogo español “Coronel”, exhibido por el Sr. Parkinson. El dogo español, también conocido como dogo de Barcelona, es más pequeño que el de Burdeos”.

Año 1885.- En “Eléments de zoologie medicale et agricole”, de Raillet, profesor de la Escuela de Veterinaria de Alfort, encontramos una relación zoológica de las especies animales. Entre los perros cita: “Los Dogos o Mastiffs tiene un cráneo redondeado, con un desarrollo considerable de los senos frontales, su hocico aparecer acortado y como truncado, sus labios son más o menos colgantes, al igual que sus orejas: Mastiff, Dogo de Burdeos, Dogo Español, Bulldog.”

Año 1886.- La revista de la alta sociedad “La Vie parisienne: moeurs élégantes” (La vida parisina, costumbres elegantes) En un breve, pero divertido artículo con vis cómica, titulado “Los perros. Consejos para aquellos que se preocupan” con caricaturas sobre estos animales, apunta: “Se consideran perros de lujo los siguientes: El Dogo Español que ocupa el lugar intermedio entre el cachorro y la cría de seis semanas. El caniche, blanco o negro. El basset hound alemán, lo más largo posible. El terrier inglés negro y fuego, muy pequeño. El King Charles. Y, por último, los galgos escoceses, rusos o Sloughi, generalmente preferidos por los obesos en virtud de la ley de los contrastes. (En la sección de imágenes se pueden ver las caricaturas)

Año 1890.- Des Mureaux en la revista “Le Chenil, publica el artículo “Les Dogues”. Entresaco algunos párrafos: “Entre las distintas razas de perros domésticos utilizadas para la defensa de las personas o para la vigilancia, el dogo ocupa el primer lugar. Estos animales, por su fuerza muscular, su inteligencia mucho más desarrollada de lo que se suele suponer, por su valor infalible que les hace insensibles a los sufrimientos físicos más crueles, prestan verdaderos servicios al hombre. (…) Las principales variedades de dogos que se conocen hoy en día son: El dogo inglés (Mastiff). El Dogo Español que parece confundirse con el Dogo Francés o de Burdeos. El Bouledogue Bordelais (o Doguin) que parece derivar del Dogo de España. El Bull-Dog inglés, que no es más que un derivado del dogo. Los dogos de Dinamarca que se parecen enormemente al Mastiff. Los Dogos Alemanes que se subdividen en Dogos de Ulm y Grandes Daneses”

Este año en la crónica de la Exposición Canina de París, el cronista escribe: “Se presentaron algunos hermosos Mastiff. “Léo”, de M. Lucien Arbel, es un perro fuerte y con buen tipo, fue Primer Premio; “Diane” de M. Millet, Primer Premio en hembras, merece su recompensa. “Chocolat” de M. Gerson, se parece mucho más a un dogo español, es alto de piernas y no tiene una cabeza cuadrada” Un comentario que indica que el tipo del Dogo Español era familiar entre los cinófilos galos en las postrimerías del siglo XIX.

Año 1891.- Des Mureaux retoma en “Le Chenil” el tema de los dogos: El “Dogue de Midi” en Francia, que se confunde con el Dogo de España, un país similar al nuestro, se llama generalmente Dogo de Burdeos. Como todos los dogos, es un animal con una cabeza globular, un cráneo muy desarrollado, una nariz corta, la mandíbula inferior sobresaliente, que permite al animal respirar sin soltarse. Pero esta conformación no debe ser exagerada, porque si los dientes no se juntan exactamente, el perro perderá gran parte de su fuerza y valor de lucha. Y, no hay que olvidar, que, si el perro es notable para la guardia, es sobre todo un perro de pelea por excelencia. Los dogos, tan numerosos en el sur de Francia en el pasado, son cada vez más raros, como consecuencia de la desaparición casi total de las peleas de animales”. (Nota: La conocida como “Ley Grammont”, aprobada en 1850, prohibió en Francia las peleas de perros). Tras una descripción del tipo del perro, redundante en las características típica de los dogos, continua: “'Sin embargo, un aficionado de este país nos dijo recientemente que en las ferias del sur de Francia hay más perros de este tipo, donde los enfrentan a osos, lobos y burros. Y, créanlo, parece que un burro bueno y bien adiestrado es el competidor más formidable que se le puede oponer a un perro. Los dueños de perros hacen que sea un punto de honor asistir a ese tipo de torneos que la policía o los miembros de la Sociedad Protectora de Animales son incapaces de impedir. Un dogo, por muy bonito que sea, cuando lucha mal y carece de valor, queda desacreditado y su dueño ridiculizado, pero no hay medalla sin reverso. Apelando constantemente a las facultades naturales del dogo y desarrollándolas mediante un ejercicio incesante, se le hace absolutamente feroz y a menudo difícil de tratar, tanto para los hombres como para los perros. Por eso es casi imposible mantener en libertad a dos dogos del mismo sexo cuando han llegado a la edad adulta, y hacer que convivan en buena armonía. También los criadores de esta raza están obligados, cuando desean tener un cierto número de estos animales en sus perreras, a aislarlos o al menos separarlos en parejas”

Año 1897.- El veterinario L. Richard en “Les chiens. Races, hygiène, alimentation” escribe que el Dogo Español era más corpulento que los bulldogs británicos. Refiriéndose al “Boludogue d’Espagne”, lo describe como perros grandes con fuerte cabeza cuadrada (chiens de taille assez forte, tête carrée) y continúa “el “Bouledogue d’Espagne” es más alto que el Bulldog Inglés, la cabeza es menos redondeada, pero es más masiva” Y respecto al Dogo de Burdeos: “De color leonado en todo el cuerpo, el rostro es de un tono más oscuro y cálido, a veces con máscara. Esto es para Megnin señal de un cruce con el dogo inglés o Mastiff inglés. El “Bouledogue de Bordeaux” o del “Midi” es el resultado del cruce del Dogo de Burdeos con el “Bouledogue espagnol”.

Año 1898.- Megnin en “Le Dogue de Bordeaux, points caractéristiques”, escribe: “El doctor Franck, un colaborador de Stock Keeper, publicó un estudio comparativo de los dogos franceses, ingleses y los bouledogues. Sobre los dogos franceses comentó, “todavía quedan algunos hermosos ejemplares de esta raza en las fronteras de España, pero se han vuelto muy raros. En las provincias pirenaicas, donde todavía están de moda las corridas de toros y osos, los vemos entonces enfrentados a estos animales”. Y añade que “con ocasión de la exposición canina de 1863, los raports, de magnífica factura, fueron redactados por jueces de gran competencia y su lectura es extremadamente interesante. El segundo premio (una medalla de plata de 75 francos) fue concedida a un perro Dogo Español de nombre “Pataud”, expuesto por el señor Ravaux”

LOS FELICES AÑOS 20

El primer club del Dogo de Burdeos de Francia se funda en Burdeos, presidido por Kuntsler, profesor de anatomía comparada y de embriogénica de la Facultad de Ciencias de Burdeos, que publica su “Etude critique sur le Dogue de Bordeaux aux expositions françaises de 1910” y establece los prolegómenos para la redacción de un estándar.

En 1927, aparecen en “L’Eleveur” dos artículos del profesor Kuntsler, publicados bajo el título, escrito en castellano, “Perros de Presa”. Es un trabajo interesante tanto por la formación académica del autor como por el hecho de que no encontramos en España ningún trabajo de mérito sobre el Dogo Español en esos años:

“Los perros españoles deben considerarse desde dos puntos de vista, el pasado y el presente. El presente no está claro. Los perros muestran una lamentable confusión de tipos. Es un conjunto desconcertante, en el que sólo se consideran dos categorías, los dogos y los perros de presa. Los que llamamos “dogues d’Espagne” son perros poco conocidos y poco utilizados como tales. Su origen es relativamente reciente. Sin embargo, su aparición no es una novedad, sino un “deja vu”. Encontramos en ellos los principales rasgos de nuestros "Dogues du Midi", más o menos fielmente conservados o desnaturalizados. Entre el norte de España y el sur de Francia se producen constantes intercambios de perros, por lo que, según se consideren en una u otra de estas regiones, los mismos tipos son "dogues d’Espagne" o "dogues du Midi"

Los dogos de España, sin embargo, son más dispares y menos bellos que nuestro tipo del Midi, posiblemente debido a cruces más recientes. Puede tener manchas que denotan una intrusión en la raza del Gran Danés arlequín o blanco y negro. El tipo francés presenta un aspecto más uniforme, característico de un perro más cuidado. Naturalmente los dogos de España, tienen la misma construcción que los dogos de Toulouse. (Nota: Toulouse es la capital de Occitania) Su hocico, sin stop ni frente apreciable, es alargado en "sifflet" (silbato) u "hocico de oso". (Nota: El hocico en silbato es levemente largo con falta de relleno debajo de los ojos. El término aparece en algunos estándares franceses) Por regla general, sus mandíbulas son ortognatas, en pinza, y por tanto sin agarre. Son atigrados, o arlequín, urraca, etc. Algunos autores afirman que son buenos luchadores; habrían hecho bien en decirnos cuántos minutos suelen durar sus batallas.

Estos perros también se encuentran en las Islas Baleares, donde se creyó necesario darles el nombre incorrecto de mallorquín, en contra de las prescripciones de la nomenclatura en cinofilia, que desaconseja el uso de nombres ya utilizados para otro fin. El nombre de mallorquines ya pertenece a los perros de caza (Nota: El podenco ibicenco en Francia era conocido como charnigue majorquin). Desde hace treinta o cuarenta años se alardea de los “mallorquines” de las Islas Baleares. Para estudiar a estos perros preguntamos al Sr. Ensna, jefe de una gran casa de alimentación española, que era originario de Mallorca. Su respuesta fue tan instructiva como perentoria: “Allí no hay absolutamente nada bueno”, dijo; “cuando quiero un hermoso perro de presa, ¡lo compro en Burdeos!” Siendo los "dogues espagnols" solo una rama de nuestros perros del Sur y sus llamativos parecidos, no tenemos que tratarlos extensamente, especialmente porque España tiene perros doguiformes más interesantes, por sí mismos y por su papel histórico.

Los “Bouledogue” españoles, los perros de presa, los chatos de presa, los alanos de presa (en español en el original), fueron en otro tiempo dogos muy duros, descendientes de una raza más fuerte, que ha sufrido una decadencia sucesiva y, especialmente, la reducción de tamaño. Estos son los únicos y verdaderos dogos españoles, los únicos reconocidos y exaltados por los aficionados. En cuanto a los “dogues d’Espagne”, los últimos llegados, aún no han logrado ganarse su consideración. Además, la polémica no tiene solución en los casos en que, hablando de los dos tipos tan diferentes bajo la misma denominación, una de las partes considera al dogo español del tipo Midi y la otra al dogo del recuerdo, de las luchas heroicas, de las fuertes presas y.… de la degeneración actual. Para este último, la leyenda es más viva y más conmovedora que la aburrida realidad que se le quiere oponer; los dogos son nobles y dignos de una admiración… un tanto retrospectiva (…)

Los “bouledogues d’Espagne” han sido prósperos durante mucho tiempo, debido a los muchos usos a los que se han adaptado tan bien. La cabeza suele ser grande y corta, con una nariz chata y caracteres de dogo más o menos acentuados. La altura de la cruz es de unos cincuenta centímetros. El peso más común es sesenta libras (Nota: El 12 de febrero de 1812 se definió la libra métrica francesa en 500 gr.) Sin embargo, hay individuos más grandes, hasta 60 cm. de alto y más pesados, hasta 80 libras, rara vez más. La dieta influye en estos promedios y, naturalmente, es entre los carniceros donde son más considerables. El pelaje es muy variable, claro u oscuro, según el caso. La capa es atigrada, leonada, isabela, blanca, marrón, negra, etc. Muy vigoroso y capaz de largos esfuerzos, este perro tiene una resistencia extraordinaria. Nada iguala su perseverancia y su asombrosa tenacidad, cualidades a menudo servidas por una inteligencia muy precisa. Por lo tanto, es muy buscado. Hace unos treinta años, todavía se encontraba fácilmente, aunque era ignorado por los comerciantes. En aquella época no había criadores profesionales, por lo que se podían encontrar por casualidad o sólo por perseverancia. Tampoco había un precio establecido y los precios variaban según los caprichos de los propietarios. En 1876, M. Chablit, en su concienzudo trabajo sobre las diferentes razas de perros, se expresa así, a propósito del perro de presa español: «Un perro muy ardiente y extremadamente fuerte mordiendo; más bajo, pero más corpulento que el mastiff inglés, con la cabeza más grande, más recogida y la mandíbula más corta; un perro que todavía se utilizaba alrededor de 1850 en las corridas de toros, para estimular a los toros, cuando se negaban a enfrentarse al hombre y rechazaban la pelea. También reproduzco, a continuación, una carta de un diputado español (del 3 de noviembre de 1899), dedicada al “doguin” de su país " Tipo puramente español, este perro es de gran potencia y fuerza considerable. Es dócil con su amo, pero muy orgulloso con los extraños. En la calle, no ataca a nadie, si no es molestado. De lo contrario, ataca con fiereza, sin armas ni palos que le hagan vacilar. La cabeza es redonda, la nariz chata y la boca grande. Los dientes superiores se entrelazan con los inferiores de tal manera que, cuando agarra, no suelta sin arrancar la pieza. Su fuerza es tan grande que puede luchar con el toro. Juega con sus ataques, hasta que encuentra la oportunidad de agarrarlo por las orejas, la nariz o los testículos, y luego se hace dueño de él, hasta vencerlo. Como perro guardián es superior. Por la noche, duerme serenamente. Su oído es tan fino que al menor ruido se despierta y corre en la dirección del ruido, sin ladrar, buscando la oportunidad de hacer su captura. (…) Este perro a veces se pelea con otro animal de su raza. Hacemos apuestas para el ganador. La lucha es terrible; cuando los perros están enganchados, no sueltan hasta que uno u otro se agota. Para separarlos se necesitan chorros de agua fría; a veces retorcer sus testículos. Su cuerpo es fuerte y su musculatura es poderosa. Es el rey de los perros. La talla es variable, según la línea a la que el perro pertenezca. De manera general los sujetos más grandes están entre 50 y 60 cms. de altura a la cruz. El peso varía en proporciones análogas. Los más grandes pesan de 35 a 40 kilogramos» Así que España mantiene sus “doguins”. Nosotros tenemos el deber de añadir que son muy interesantes”

LA CINOFILIA FRANCESA BUSCA DOGOS EN ESPAÑA

La incorporación de la máscara negra al Dogo de Burdeos, empeño personal del profesor Kuntlzer, suscitó controversias en la década de 1920. Escribe L. Amédée, un pionero en la selección del bordelés, al Dr. Kuntlzer una carta sobre la foto de dos perros que éste había publicado: “Estos dos ejemplares no nos son desconocidos. En uno reconocemos la graciosa silueta de “Lion de Gascuña” que perteneció a nuestro excelente amigo Deland quien, espero, me permitirá amablemente señalarle que este perro que él da como próximo al dogo español está lejos de responder a este tipo. Lion es un perro muy refinado y de pelaje encendido, de formas curvilíneas, elegantes. El Dogo Español es un animal físicamente más compacto y fornido; pecho más desarrollado, cabeza voluminosa con conformación cúbica, mandíbulas anchas y cortas. Su vestimenta suele ser atigrada con un peto blanco. Entonces me parece que Lion, es un buen tipo de Toulouse, por supuesto, formado a partir de los “perros de presa” (en castellano en el original) de la Península”

Megnin interviene en la polémica: “La carta de mi viejo amigo e iniciador L. Amédée con respecto a las dos fotografías que la Dirección de l'Eleveur tuvo a bien publicar, y que representan por una parte a “Bordeaux”, el primer perro famoso, según me dicen, en los concursos de ataque y defensa, y a “Lion de Gascogne”, un sujeto del tipo tolosano o del Midi que compré en los Pirineos por indicación de M. L. Amédée. (…) Así que no he sido yo quien ha notado un cierto parecido entre este perro y el Dogo Español, pero me veo obligado a reconocer que hay algo que justifica esta idea; y como el debate es sobre este tema, lo explicaré a fondo. Hace tiempo nos preocupamos por encontrar en Madrid, Barcelona, Valencia y Extremadura, sujetos como Alphons, sobre el que estábamos hipnotizados tras la compra hace unos años por parte de Mr. Frank Adcock de Inglaterra, de ese ejemplar. Consultamos en las fuentes más serias de España y Portugal, pasando desde el Conde de Lérida, Presidente de la Real Sociedad Española, hasta los Toriles de Madrid, y los mataderos de Valencia, Barcelona, etc. Hemos hecho investigar a aficionados serios que actualmente están a la cabeza del movimiento canino español, y la respuesta ha sido la misma en todas partes, nos dicen: “este perro no existe, o al menos ya no existe si es que alguna vez existió” (Nota: Alphons es el dogo español del que Robert Leighton publica una foto en “The New Book of de Dog” en 1907 y del que escribe: “El Bulldog Español es un animal casi igual de grande, criado y entrenado para la lucha, que se asocia y a veces se confunde con el Dogo de Burdeos. Algunos escritores dudan de la existencia de un Bulldog Español genuino; pero a pesar de su incredulidad tal raza existe. El Sr. F. Adcock importó varios ejemplares de España en los años ochenta. Uno de ellos, que compró en Madrid, pesaba 105 libras, y otro, llamado Alphons, más de 90 libras”)

Cinco años más tarde Deland, que siempre pensó que el Dogo Español y el Dogo de Burdeos estaban emparentados, escribió en 1925 en “L’Eleveur”: “Después de una larga búsqueda realizada para encontrar en las provincias españolas sujetos de la raza Dogo español o Dogo de Burgos y tras consultar a las más altas autoridades cinófilas de España y Portugal, así como a aficionados serios, obtuve siempre la misma respuesta: el Dogo Español no existía ya en esa época y asimismo estaban extintos los perros descritos bajo los nombres de Alano español o perro de presa español”. Deland sigue informando en la revista que tras su pesquisa encontró en Barcelona perros de 45 a 50 Kg. cuya conformación, salvo la cabeza que tenía hocico de oso, se asemejaban al dogo de Burdeos. Y añade: “En su mayoría eran atigrados o leonados, pareciendo excelentes combatientes”.

Fijémonos en las fechas citadas: Megnin escribe en 1920 que ha buscado en España perros de presa y el conde de Lérida le informa que la raza no existe. Pues bien, en enero de 1914 el conde de Lérida comunicó a la FCI las razas caninas españolas bajo su custodia e incluye el “Perro de Presa Español”. En 1918 a requerimiento del Ministerio de Guerra para que le señale los perros más aptos para la vigilancia de garitas en los cuarteles vuelve a proponer el “Perro de Presa Español” La irresponsabilidad de este hombre, que estuvo 25 años al frente de nuestra cinofilia, es difícil de perdonar. Un error tan grave como el que cometería en 1928 con el “Bichón Tenerife”, una variedad del Blanchete español, que se exponía en Centroeuropa como raza española. El conde de Lérida publica un comunicado en el tomo del L.O.E. de ese año: “La Sociedad Central, en cumplimiento de su elevada misión de velar por el prestigio de nuestras razas nacionales y evitar que por mor o capricho se nos atribuyan las que no fueron nunca de origen español, ha lograda que no se autorice oficialmente por la Federation Cynologique Internationale la denominación de "Chiens de Ténériffe". La FCI le cambió el nombre por el de Bichón Frisé y se la repartieron Francia y Bélgica. Veinte años más tarde los extranjeros que visitaban Tenerife dejan en sus escritos reseñan la presencia de bichones oriundos de la isla. Que el conde de Lérida hablase del prestigio de nuestras razas nacionales siempre me ha parecido una broma de mal gusto.

Ni Megnin ni Deland supieron buscar los perros de presa en el lugar adecuado, algo natural en dos franceses que no hablaban español. No era en los despachos de la RSCE, ni siquiera en los toriles de Madrid, donde se podían encontrar perros de presa en esos años. En la RSCE por el abandono de su responsabilidad con las razas españolas y en los toriles y mataderos porque las leyes de política sanitaria prohibían la presencia de perros en ellos, y de mantenerlos, nunca se los mostrarían a un extranjero. Pero los perros de presa seguían entre nosotros, en las toradas de reses bravas que se apacentaban en Salamanca, Andalucía, Extremadura, Madrid… y también en los palenques clandestinos donde, especialmente en el área de Barcelona, seguían celebrándose peleas de perros con fuertes apuestas. Allí subían los Ca de Bou de Mallorca, bajaban los dogos franceses del “Midi” y acudían los Dogos Españoles, a medir sus fuerzas. En el sur de Francia se mantuvo mucho tiempo la afición a las peleas de perros. El italiano Antonio Franconi, el creador del circo francés, comenzó su carrera organizando combates de animales en Rouen. El encargado de sus perreras, Raymond Avon, compraba “bouledogues” por decenas en España, Inglaterra, Holanda...

EL DOGO ESPAÑOL SIGUE PRESENTE

En “L’Eleveur” del año 1934, con motivo de la publicación del estándar del Dogo de Burdeos, se sigue especulando sobre la presencia Dogos españoles en la creación de la raza gala. Escribe Paul Megnin: “Podemos decir que el actual Dogo de Burdeos fue probablemente el resultado del cruce entre el Dogo Español de la zona de los Pirineos y los grandes perros de carnicería de Burdeos, que no debían ser otros que los antiguos alanos de carnicería, comunes en la Edad Media en la mayoría de las ciudades de Francia. Estos intrépidos perros se utilizaban antiguamente en los ruedos de España y en los mataderos de Francia para atrapar a los animales que se escapaban: saltaban sobre la cabeza del toro, le agarraban la oreja con sus poderosas mandíbulas y lo mantenían sujeto hasta que llegaba el matarife. También hubo infusiones de gran danés. Estos cruces dieron excelentes resultados y surgieron dos variedades bien diferenciadas: el “doguin”, de 54 a 55 cm a la cruz y con un peso de 35 a 38 kilos y el “gran dogue”, que medía hasta 75 cm a la cruz y pesaba hasta 60 kilos; siendo este último quizás menos puro, como raza, que el “doguin”.

Ese mismo año escribió el profesor Kuntsler. “En el primer rango de los dogos están el dogo francés y el gran Perro de Presa. Lo que distingue más visiblemente al Dogo Español del Dogo Francés es que sus dimensiones no son comparables. La división de las dos razas es la misma y es principalmente una cuestión de peso lo que las separa. Además, esta diferencia puede reducirse con el esfuerzo de los criadores. El Dogo Español se lo merece”.

NOTA FINAL

No hay nada como la verdad desinteresada para abrir los ojos de quienes intentan mantenerlos cerrados. En aquellos años en España las razas caninas nacionales agonizaban, cuando no nos encargábamos personalmente de destrozarlas, como se hizo con el galgo español y su mestizo anglo-español. El comportamiento de nuestra cinofilia es incomprensible. España era ya, a comienzos del siglo XX, tierra con animales domésticos altamente especializados: la oveja merina, el caballo español, el asno catalán y zamorano, el toro de lidia, y perros como el galgo, el mastín, el podenco mantenían características de una calidad equiparable a la de las razas más depuradas de Francia o Inglaterra.

No podemos achacar la dejadez de nuestra cinofilia en aquellos años a una falta en España de cultura zootécnica. En la Escuela de Veterinaria de Madrid se crea en 1847 la primera cátedra de zootecnia de España con el nombre de Zoonomología. Para 1871 esta ciencia ya se imparte en las facultades de Córdoba, León y Zaragoza. Teníamos zootécnicos de la talla de Mariano Mondría, Miguel Viñas y Martí, Mariano de la Paz. En 1919 Paul Dechambre fue encargado de dar un curso sobre selección y organización ganadera en la “Escuela de Agricultura de Barcelona”. Leyendo esas lecciones he encontrado un punto de interés ideológico al enfrentarnos a la reconstrucción de una raza como el Dogo Español. Decía Dechambre con admirable juego de palabras, que, “así como existe el ingeniero mecánico, que estudia y conoce a fondo las máquinas inanimadas, debe existir por lo que a ganadería respecta, otro ingeniero que estudie y conozca a fondo los animales, máquinas vivas, de que se sirve la industria pecuaria para su mejoramiento, ingeniero al que con acierto denominamos zootécnico”. Una obra capital de la zootecnia europea, el “Tratado General de Zootecnia” de Paul Dechambre se publicó en Madrid en 1880. El veterinario Agustín Santos Arán en 1914 publica “Zootecnia”, libro que fue declarado de utilidad pública por el Ministerio de Fomento, y recibió la Medalla de Oro en la Exposición Hispano-Francesa. De los perros se olvidaron quienes se habían atribuido la misión de protegerlos. Teníamos los mimbres, pero no fuimos capaces de hacer el cesto. En 1913 Felipe Longoria presentaba en la Exposición Internacional de Madrid los primeros ejemplares de Dogo de Burdeos importados a España.

Nota: Abundan en la red imágenes de perros de presa de diversos orígenes, motivo por lo que solo reproduzco las que publicó “L’Eleveur” las pocas veces que el Dogo Español apareció en sus páginas.